I.H:. Carlos M. Piñeiro y Crespo
Por VH:. Hno. Jesús Marcos García
En la noche del día 29 del mes de Febrero del año 1924 se constituye la Logia “Montecristi”, en el hogar del VH:. Ramón Fiallo Borges, quien fungía como Venerable Maestro, para dar comienzo a la tercera y última etapa de reorganización del taller palaceño. En esta oportunidad bajo la obediencia de la Gran Logia Occidental, con sede en Güines, Provincia de La Habana.
Se encontraban presentes una comisión de la Logia “Paz y Concordia”, de los valles de Pinar del Río, compuesta por los Hnos: Francisco Cueto, Federico García, Antonio Piñeiro, así como el VH:. José Alberto Bec, Venerable Maestro de la logia pinareña y representante del Gran Maestro de la Gran Logia Occidental, quienes eran portadores de la Carta Dispensa concedida por este Gran Oriente a la Logia “Montecristi”, cuyo permiso de constitución fue solicitado con anterioridad.
El día 23 del mes de Julio de ese propio año 1924 la Logia “Montecristi” le niega obediencia a la Gran Logia Occidental y solicita su regularización a la Gran Logia de Cuba y AL y AM, en ese momento Gran Logia de la Isla de Cuba, único y universalmente reconocido Gran Oriente en Cuba.
En la Sesión Semestral celebrada por la Gran Logia los días 26 y 27 del mes de Septiembre del año 1925 en Guantánamo, Oriente, la Alta Cámara acuerda concederle la Carta Patente a la Logia “Montecristi”, convirtiéndola, a partir de ese momento, en una logia justa, perfecta y regular al estar jurisdiccionada a una Gran Logia regular.
El IH:. Carlos M. Piñeiro y Crespo, Gran Maestro de la Gran Logia, se dirige a la Logia “Montecristi”, además de felicitarla por su regularización, le solicita que señalen el día en que puede venir a Los Palacios para hacer entrega de la Carta Patente, consagrar la logia y tomarle el juramento de adhesión a la Gran Logia a los funcionarios y miembros de “Montecristi”.
En la sesión extraordinaria celebrada por la Logia “Montecristi” el lunes día 30 del mes de Noviembre del año 1925 se acordó fijar la fecha del domingo 20 del mes de Diciembre del año 1925 para llevar a efectos este magno y feliz acontecimiento.
En esa propia sesión extraordinaria también se acordó efectuar un explendido banquete para la ocasión. Los hermanos Higinio Alvarez, José María Pérez, Javier Ipsán Blanco, Cayetano Guerrero González, Wenceslao Acosta y Bernardo Romero fueron nombrados para la Comisión de Adorno. La Comisión de Recibo y Orden estuvo formada de los Hnos:. José María Pérez y Antonio Valdés; la de Gobierno, la integraron los Hnos:. Ramón Fiallo, Julián López y Estanislao Mesa. Al hermano José María Fernández se le asignó la responsabilidad de todo lo concerniente con la cocina.
Los hermanos de “Montecristi” deseaban que este importante acontecimiento de su recién reorganizada logia y donde nacía la regularidad masónica, estuviera matizado de colorido y ambiente festivo, aunque tuvieran que hacer esfuerzo y sacrificio. Se invitaron al banquete a las autoridades del pueblo, las sociedades, los familiares de los masones y otras personalidades. Doce jovencitas vestidas con los colores de la bandera sirvieron las mesas. Las columnas de las edificaciones en las calles principales fueron engalanadas con pencas de guano y los estallidos de los voladores en el cielo palaceño le hacían saber al pueblo el júbilo de los masones. El Hno:. Pedro Liz Cabezas donó las lechonas que fueron necesarias, las viandas y ensaladas.
En horas del mediodía del domingo día 20 del mes de Diciembre del año 1925 arribó a Los Palacios, el IH:. Dr., Carlos Manuel Piñeiro y Crespo, Gran Maestro de la Gran Logia de la Isla de Cuba, para hacer entrega, y a la vez dotar a la Logia “Montecristi” del documento que la constituye como logia y le dice al mundo de su legalidad y regularidad masónica: LA CARTA PATENTE. Documento donde constan los nombres de los V.Hnos:. Ramón Fiallo Borges, Antonio Valdés Valdés y Julián López Suárez, Maestro y Vigilantes en esa oportunidad, y que se encuentra en el Oriente de “Montecristi”.
Al Gran Maestro lo acompañaban Grandes Funcionarios y miembros de su Gabinete de Trabajo. Fueron recibidos muy fraternal y cordialmente por la dirección de la Logia “Montecristi” y su membresía, así como por las autoridades del pueblo y las clases vivas.
Primeramente se procedió a un desfile masónico por el pueblo y posteriormente se procedió al banquete. El Gran Maestro constituyó la Gran Logia en la Casa-Templo de la Logia “Montecristi”, situada en la Calle José Martí No. 95, antigua Calle Antonio Núñez. Constituída la Gran Logia el IH:. Piñeiro le tomó el juramento de adhesión a los funcionarios y hermanos de “Montecristi” presentes, consagró la logia y le entregó al Venerable Maestro, VH:. Ramón Fiallo Borges, la Carta Patente, todo lo que realizó por el ritual de costumbre y usos y costumbres de la Antigua Masonería. Facultó al Maestro de “Montecristi” para que le tomara a los hermanos que no pudieron estar presentes el juramento de adhesión.
El Gran Maestro en su discurso felicitó a la Logia “Montecristi” por su constitución, elogió los esfuerzos y el sacrificio sostenido y le vaticinó un futuro cierto y halagüeño dentro de la masonería y en su función de logia. Al percatarse de la pobreza del templo de “Montecristi”, carente de mobiliario adecuado y de algunos símbolos masónicos, le regaló de su peculio personal las tres estatuas que han de estar presentes en todo tempo masónico: Minerva, Hércules y Venus.
El IH:. Carlos M. Piñeiro y Crespo nació en La Habana el día 13 del mes de Septiembre del año 1880. Su padre fue empleado de los Ferrocarriles de Cuba y Masón. En el año 1896 se gradúa de bachiller. Ingresa en la Universidad de La Habana y el día 3 del mes de Julio del año 1902, obtiene el título de Doctor en Medicina. En la propia Universidad de La Habana se gradúa en el año 1924 de Abogado. El IH:. Don Carlos tuvo una vida muy activa, tanto en la medicina, como en el derecho.
Ejerció la medicina en el Hospital “Reina Mercedes”, en los Servicios Médicos Municipales de La Habana, Médico Forense de La Habana, Profesor y Director de la Escuela Normal de Maestros en La Habana, Vice-Director del Sanatorio Marverdi, miembro de la directiva de la Asociación Médica, Delegado al Cuarto Congreso Médico Nacional, miembro de la directiva de la Asociación de la Prensa-Médica Cubana, miembro de la Asamblea Universitaria de La Habana, Presidente de la Asociación Médica de La Habana, Secretario de la Federación Médica de Cuba y muchas actividades en el campo de la medicina y sus medios de información.
También se dedicó al periodismo. Fue director propietario de la revista “27 de Noviembre” y redactor del semanario “Democracia”, que dirigía José Manuel Cortina. Fue redactor del diario “La Liga Patriótica”, director de la revista “La Clase Médica” y la denominada “Archivos de Medicina Mental”. Colaboró en los periódicos “La Discusión”, “La Noche” y “Acción” y en las revistas “Médico y Cirugía de La Habana”, “El Boletín Médico”, “Medicina Legal” y “Sumario Médico Social”.
La política conoció de sus inquietudes. Se desempeñó como vocal del Partido Nacional, presidente del Comité del Partido Liberal en el Cerro y delegado a la Asamblea Nacional de dicho partido hasta el año 1918. Presidente del Comité del Partido Popular, Presidente del ABC en el Cerro. En el año 1940 es electo delegado suplente a la Asamblea Constituyente.
Su vida en la masonería la comenzó el día 5 del mes de Octubre del año 1907, al recibir la iniciación en la Resp. Logia “Hijos de América”, de La Habana. En su Madre Logia ocupa los cargos de Orador y Venerable Maestro. En el año 1924 se retira de “Hijos de América” y se afilia a la Resp. Logia “Amor Fraternal”, donde lo eligen Representante a la Alta Cámara. Vuelve al seno de su Madre Logia “Hijos de América” en el año 1936 y ésta años más tarde lo elige Limosnero, a pesar de su alta investidura como Ex-Maestro de la Logia y de Ex-Gran Maestro de la Gran Logia. En el año 1957 se retira de “Hijos de América” para fundar la logia “Amistad”, en la cual permaneció hasta su muerte el día 1 del mes de Abril del año 1969, con 53 años de actividad masónica. En la Gran Logia, primeramente ocupa el cargo de Patrono del Templo, vocal de la Comisión de Codificación y otros. Es electo al cargo de Gran Maestro para los años 1925, 1926 y 1927 hasta el mes de Marzo del año 1928.
En el año 1934 es electo nuevamente al cargo de Gran Maestro con un magnífico programa y en su mensaje expone: “No llego a este cargo, en el que son tan grandes las responsabilidades, sin un programa concreto; anhelo la intensificación de la disciplina, sin la cual no hay orden efectivo; ansío traducir en acción positiva la solidaridad entre los miembros todos de la Orden; quiero que nuestra conducta sea norma para el poder público y ejemplo para los ciudadanos; que no falte ninguna población de Cuba sin un taller masónico que propague y difunda nuestros credos relevantes”. Don Carlos llega a la Gran Maestría dispuesto a crear los medios de ajuste necesarios para la consolidación de la Gran Logia.
Piensa en la construcción de un Gran Templo, mejora las condiciones del actual; crea el Auxilio Masónico; la Comisión de Instrucción Masónica y pone a funcionar la Biblioteca de la Gran Logia. Funda nuevas logias y se atrae para la Gran Logia las Logias “Carlos Manuel de Céspedes”, “Colón”, “Montecristi”, “Vida Espóntánea”, “Conciliación”, “Paz y Concordia”, “Renacimiento Masónico” y “El Mundo Marcha”, que trabajaban en la irregularidad.
Era exigente en el respeto a las leyes, con un amplio espíritu de justicia, con un profundo sentido de la superación a que debe aspirar cada masón para poder conseguir que nuestra conducta sea norma para el poder público y ejemplo para los ciudadanos.
En los primeros años de su gobierno masónico, el país iba en prosperidad, fueron años florecientes y la institución y las logias crecieron, pero del año 1930 al año 1936 fueron violentos, la mayoría de las logias pasaron por crisis económicas. Don Carlos, hombre de experiencia, logra que la Gran Logia rebase ese colapso económico. Su talento, su cultura y su amor a la patria y a la masonería, lo inspiran y pretende de esta forma hacer depositario en el corazón de los masones la alta responsabilidad que nos está señalada en momentos difíciles.
Mantuvo estrechas relaciones de amistad y fraternidad con la Logia “Montecristi”. Se construyó una confortable casa de recreo en el vecino pueblo de San Diego de los Baños y cada vez que venía de temporada a este territorio visitaba a “Montecristi”.
Se considera como uno de los Grandes Maestros más talentosos que ha tenido la Gran Logia de Cuba. Todos le decían el Viejo Piñeiro y con su hijo, IH:. Carlos M. Piñeiro y del Cueto que también fue Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba, por diez años, y presidente de la Confederación Masónica Inter-Americana (CMI), llegaron a constituir una institución dentro de la masonería cubana. El IH:. Roberto L. Ferrer Rodríguez, que fue un extraordinario Gran Maestro y declarado “Faro Luminoso de la Masonería Cubana”, fue uno de sus discípulos preferidos y siempre hablaba con orgullo que su maestro en masonería lo fue el “Viejo Piñeiro”.
Siendo el IH:. Ferrer Gran Maestro de la Gran Logia, la Alta Cámara acuerda reconocerle a la Logia “Montecristi” la fecha del día 16 del mes de Abril del año 1906, como fecha de su fundación, al presentarse la documentación histórica y probarse la continuidad de la logia en sus distintas etapas. En ese año, el IH:. Ferrer asistió al último aniversario que festejaba la Logia “Montecristi”, en aquella errada fecha del día 29 del mes de Octubre. En su discurso de cierre, como Gran Maestro, manifestaba: “Es un privilegio para mí el cerrar el ciclo de aniversarios de esta logia, que un día abrió mi maestro en masonería, a quien más he admirado y del que tanto aprendí. La presencia espiritual del Viejo Piñeiro está constantemente presente en la Logia “Montecristi”, así como trabaja y funciona “Montecristi” es como él deseaba y luchaba porque trabajaran las logias”.
Falleció el día 1 del mes de Abril del año 1969. El IH:. Roberto L. Ferrer tuvo a su cargo la despedida del duelo. Ahogado su pecho por un profundo dolor que produce el despedir para siempre a un buen amigo y hermano masón y a un gran cubano. Logró, con brillantes y profundas palabras, derramar sobre su tumba lágrimas brotadas del alma de cada uno de los masones que concurrieron a ese piadoso acto, como un último homenaje a quien supo con su actuación y sabios consejos ser Padre Espiritual de la Masonería Cubana.
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